Muchos días a la semana me siento en frente del ordenador y pienso sobre que puedo escribir en el blog, pero como nunca tengo una buena idea no suelo publicar nada. En cambio, hoy me he tenido que enfrentar a X. X es un problema con el que cada individuo sobre la faz de la tierra se puede encontrar. Y si por si eso no fuese poco X se vuelve XL cuando la persona, voluntaria o involuntariamente, lo incrementa.
Hoy, día 24, sentada delante de la pantalla, me vienen muchas cosas a la cabeza, pero especialmente me pasa por ella una persona en concreto. Digamos que dentro de su cabeza se esconde XXL y lo sabe, como antaño yo sabia que lo tenía. Todos los días XXL le va ganando la batalla porque esa persona se vuelve XS inconscientemente, y no quiere ir en contra de eso, pero yo sí. Quiero ayudar.
Quizá, de hecho sé, que hoy me he pasado de la raya y que le debo una disculpa a esa persona pero no lo haré hasta que lea lo siguiente: Todos los días se te caen los ojos de ver como una persona esta sufriendo delante de tus ojos y no puedes hacer nada. Es como ese mendigo que ves por la calle y te entristece. Sabes que esta ahí o porque desea vivir así o porque la desgracia visitó su lecho.
Cuando deseas ser el brazo de una persona a la que piensa que le sobra, te entra las ganas de tener otro brazo que te apoye a ti ya que la fuerza que necesitas debe duplicarse, incluso triplicarse. Tú te preguntas ¿ Por qué haces esto si no es de tu incumbencia?, y no obtienes respuesta pero sabes que uno de los motivos es la importancia que le das a quien quieres apoyar.
Muchísimas veces no se aprecia a la gente que ayuda a los demás, y eso lo convierte en desprecio por parte del receptor. Hace falta ser valiente para decir que se falla en algo, ya que a partir de ese punto uno se empieza a volver fuerte y mas autónomo respecto con su cabeza, sin ser tan manipulable. Que menos decir sobre la ayuda. Recibir apoyo de los demás no es negativo, si no que a parte de ser positivo, aprendes de las otras personas.
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